Leyenda de Oaxaca.
Hace mucho tiempo había un hombre llamado Vicente, nacido en Santa Rosa, un pequeño pueblito del municipio de Ocotlán de Morelos en Oaxaca. Este hombre era de origen muy humilde y sencillo, casado con una mujer de ese mismo lugar.
A poco de casarse tuvieron una niña y el pobre señor se vio en aprietos para mantener a su familia, pues se dedicaba a tocar guitarra. A veces, cuando no habían fiestas se iba a trabajar de peón en el campo, para sacar un poco de dinero para que su familia comiera.
Así el señor Vicente se las vio muy duras, vino una sequía como nunca, casi no llovió todo ese año y todas las personas se empezaron a preocupar. Los sembradíos se secaron, sus animalitos se morían de hambre y los pozos que tenían en el poblado se le estaba terminando el agua. No había trabajo, la gente no sabia que hacer y empezó a saberse que la gente robaba y mataba a las demás personas del pueblo para conseguir dinero. Todo se estaba convertido en un caos y en un desorden total.
El pobre señor Vicente se encontraba en una situación muy desesperada, el no quería matar ni robarle a nadie, pero un día le dijo a su esposa
- Mira vieja, sí en este momento el mismo diablo me hablara para ir a tocar al infierno, allá iría yo con tal de conseguir dinero para comprar comida.
Su esposa le respondió que, ya deja de pensar en esas tonterías, y que mejor descansara un rato en su casa. Mientras que la señora calentaba la cena, don Vicente se salió a la tienda a comprar una caja de cerillos. Ya estaba oscureciendo y las calles estaban en penumbras, cuando el señor vio a lo lejos que venia un jinete vestido de negro, montado en un caballo negro también. El jinete se acercaba y cuando estaban a un paso uno del otro, ninguno se atrevió a hablar, hasta que al ratito de estarse mirando, el jinete le preguntó:
-¿Usted no sabe quién de el pueblo sabe tocar la guitarra? Porque esta noche voy a tener una fiesta y ando buscando quién vaya a tocar.
Don Vicente contesto: – yo sé tocar la guitarra, si usted gusta puedo ir a tocar a su fiesta.
-El jinete dijo: – bueno, a las doce de la noche voy a pasar por ti, te preparas y me esperas en la puerta de tu casa.
Muy contento llegó el guitarrista a su casa, le pidió ropa limpia a su esposa y se preparó. Llegadas las doce de la noche, el señor Vicente salió a la puerta de su casa a esperar al jinete quien también en ese momento, muy puntual, llegó. Le pidió a Vicente que se montara en el caballo junto con él, e inmediatamente cabalgaron a un lugar lejano del pueblo. Cuando estaban frente a una enorme puerta, dos criados se acercaron y la abrieron, el lugar estaba muy iluminado, pero no se veía de dónde salía tanta luz.
El jinete y el guitarrista se dirigieron al salón, que estaba lleno de gente muy elegante. Al llegar, el guitarrista acomodó su instrumento y comenzó a tocarlo y de inmediato comenzó el baile. La gente no se cansaba de bailar, pero el guitarrista si de tocar y de cantar.
Cuando se iba a tomar un pequeño descanso, se le acercó una señora ya vieja, y se le hizo cara conocida, según él, esa señora hacía tiempo que había muerto y que en vida había sido muy mala. Todo eso lo hizo sentir un temblor por todo el cuerpo y, muy valiente, lo supo disimular muy bien. La viejita Inés le dijo que no se pusiera nervioso, que solo lo venía a prevenir. Ella el dijo que nada malo le pasaría, que no tuviera miedo, pero si te ofrecen algo de tomar no lo aceptes por que es lumbre, si te dan cigarros no los aceptes porque en lugar de tener tabaco tienen veneno. La viejita Inés le pidió de favor que cuando regresara al pueblo le digiera a sus familiares que estaba arrepentida de la vida que había llevado con ellos y que por favor la perdonaran, luego se cortó un pedazo de vestido que llevaba puesto y le pidió que lo llevara a su familiares para que le creyeran.
Cuando terminó la fiesta, el jinete le dio al el señor un costal de dinero, luego en el mismo caballo negro regresaron y el jinete lo dejo en frente de la puerta de su casa.
Al amanecer su esposa le pidió dinero para el mandado, pero como el señor estaba muy desvelado solo le dijo que tomara el dinero que necesitara del costal que había traído, y cuando la señora revisaba el costal encontró un pedazo de vestido con el cuan habían enterado a doña Inés, la señora mala, y cuando la esposa del señor intento sacar el dinero empezaron a salir arañas, serpiente, alacranes, lagartijas y al final encontró tan solo unas cuantas monedas.
Triste el señor Vicente decidió ir a la casa de la difunta Inés para decirle lo que la señora le había encargado, pero la familia por un momento pensaron que estaba a loco hasta que el señor Vicente sacó de su costalito el pedazo de tela con el cual la habían enterrado a la señora. Entonces todo la familia muy atenta escucharon aunque poco le creyeron a don Vicente. Poco tiempo después en el pueblo se empezó a rumorar que el señor Vicente había visitado el mundo de los muertos y de los malos y desde entonces había quedado un poco loco. La gente lo miraba con miedo y ni querían acercarse a su familia del señor. Don Vicente se empezó a enfermar le daba mucha calentura, ya no quería comer, trabajar ni salir a ningún lado, atormentado por el recuerdo de aquella noche en el ese lugar tan tétrico, unos meses después el señor murió, pero él nunca pudo descansar en paz pues se dicen que aun por las noches en el pueblo de Santa Rosa se le puede ver vagando sin rumbo y sin saber qué es lo que busca o lo que quiere para descansar en paz.
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