Jue. Abr 18th, 2024

La red del sistema de transporte colectivo “Metro” de la ciudad de México es uno de los más grandes del mundo, transportando a millones de pasajeros diariamente por toda la ciudad.

Desde su inauguración, en 1969 hasta la fecha, ha prestado servicio ininterrumpido y no es raro encontrar anécdotas de todo tipo. Pero hay algunas historias tan aterradoras que se han quedado en la mente de los usuarios, tanto que a algunos pasajeros, a ciertas horas de la noche, les da miedo viajar.

En esta serie de relatos les contaré las más aterradoras leyendas del metro de la Ciudad de México.

Metro Indios Verdes

Era un 31 de diciembre, venía de estar en casa de mi novia por las fiestas de fin de año y traía prisa, pues tenía que llegar a casa para el brindis de año nuevo. Por estar con ella y la fiesta se me había hecho muy tarde.

Eran aproximadamente las 11:30 cuando llegue al final de la línea 3, el metro Indios Verdes. De ahí todavía me esperaba un viaje de 10 minutos en camión hasta llegar a mi casa.

Bajamos los pasajeros apurados por la hora, pero al salir al paradero de camiones nos llevamos la sorpresa de que no había autobuses para llevarnos a nuestro destino.

Decir que el lugar se veía tétrico es poco. La escasa iluminación de las farolas y la soledad el paradero lo hacía parecer como si estuviéramos en una película de terror. Algunas personas se fueron dispersando, buscando otras alternativas para viajar y acercarse a su destino. Solo nos quedamos 6 personas en ese lugar, un hombre mayor con su esposa, un par de adolescentes, una anciana y yo.

Estuvimos esperando casi veinte minutos a que pasara algún camión o taxi para transportarnos. Fueron 20 minutos que me parecieron horas. Saque mi celular para revisar la hora y faltaban unos cuantos minutos para las 12 de la noche, me sentía alterado, sabia que mis padres me regañarían por no estar a tiempo para el brindis.

De pronto, de la oscuridad, podría decir que de la nada, salió un hombre muy delgado y con aspecto andrajoso que caminaba hacia nosotros. Guarde rápidamente mi celular, pues tenía miedo de que ese hombre nos asaltara. Sin embargo, sin perder el paso nos pregunto si llevábamos mucho tiempo esperando transporte, obviamente todos le contestamos que si, casi a coro.

En esa situación y acercándose la media noche, todos nos veíamos muy nerviosos e incluso desesperados.

El hombre, con una voz profunda y ronca nos dijo que aún podríamos abordar el camión de una línea que no había suspendido el servicio a pesar de la hora y la fecha. Señalo hacia el parque con una mano huesuda y sucia y nos dijo que atravesando ese parque y la avenida podríamos tomar un autobús que viajaba al norte y que probablemente nos acercaría a nuestro destino. Los que estábamos ahí lo pensamos solo por unos instantes, después de todo, cualquier alternativa era mejor que estar a medianoche en ese solitario e inquietante paradero.

Inmediatamente tomamos camino en caravana hacia el lugar que ese hombre nos había indicado, donde, supuestamente, tendría que pasar el camión. Los adolescentes y el hombre con su mujer se adelantaron a paso rápido para pasar el parque. Yo también iba caminando rápidamente para atravesar el lugar, pero me di cuenta de que la anciana se iba a quedar muy atrás. Sentí angustia por la señora, por lo que decidí esperarla, lo cual implicaba caminar muy lentamente hasta que ella me alcanzara y poder acompañarla a cruzar ese oscuro parque.

Al caminar tan despacio, pude observar que la escasa luz de las farolas alumbrando ese lugar, crea siluetas fantasmales en el rostro de las estatuas de los indios verdes que están en ese lugar. Casi podría decir que en sus caras se dibujan horribles muecas o carcajadas.

Después de dar unos cuantos pasos dentro de ese lugar sentí que mi andar se hacía mas pesado, como si mis pies pesaran mucho. Vi a la anciana que caminaba un poco más rápido, pero se me perdió entre las sombras oscuras proyectadas por los árboles. Ya veía a lo lejos a los adolescentes y a la pareja de adultos cruzar la avenida.

Así, de repente, me encontraba solo en ese parque, me costaba trabajo caminar, mis pasos eran lentos, sentía como si caminara en el agua, hasta mi respiración se hacia pesada, me costaba inhalar. Ni bien había caminado 10 metros cuando sentí que alguien me seguía de cerca, por lo cual giré mi cabeza lentamente y de reojo pude observar a una niña con una sonrisa espantosa. Tenía los dientes medio destruidos y podridos, se le veían negros. Sus pies descalzos parecía que no tocaban el suelo. Antes de que pudiera reaccionar, pronuncio unas palabras que, al oírlas, parecía que provenían de todas partes de ese parque:  NO PUEDEN ESTAR AQUÍ A ESTA HORA.

Con miedo, seguí caminando lo más rápido que pude, intentando no voltear para evitar ver de frente a ese espantoso ser que, sentía, se aproximaba cada vez más a mi. Entonces la volví a escuchar, ahora con un volumen más alto: NO PUEDEN ESTAR AQUÍ, MUCHO MENOS A ESTA HORA.

Sentí que un escalofrío me recorría de pies a cabeza y empecé a sudar frío, me quedé petrificado. 

No sé si fue mi miedo o que, pero sentí que la niña me hablaba casi al oído y me susurro: NO PUEDEN ESTAR AQUÍ POR QUE, EN ESTE LUGAR, A ESTA HORA, ESPANTAN.

Sentí el impuso de correr, estaba muerto de miedo, pero alguien me sujeto de mi brazo derecho. Era esa niña, que tenia una mano extremadamente delgada y con unas uñas como garras. Ella se puso delante de mi y grito QUIERES VER COMO ESPANTAN. Inmediatamente después la niña desapareció.

Me encontraba aterrado, bañado en sudor frío. Me acomodé las ropas y volteé para todos lados, de entre los árboles pude observar a la anciana, que aparentemente, escondida, había visto todo lo que me había pasado. Mientras salía de su escondite, la anciana soltó una enorme carcajada. Con los ojos bien abiertos y con una expresión de terror en la cara señalo hacia arriba, hacia el árbol más alto y después a los dos arboles aledaños de donde salió un grito aterrador que evitó que me moviera hasta que se desvaneció por completo.

Ahí ya no pude más, corrí a la avenida y para mi suerte iba pasando un taxi. Le hice la parada y afortunadamente se detuvo. Así es como pude llegar a casa con bien, pero, desde entonces, apenas cae la noche, no vuelvo a pasar por ese parque que esta frente al paradero del metro Indios Verdes.

Si quieres escuchar la narración de este impresionante relato, puedes hacerlo dando click abajo 👇🏼

Nos leemos en la siguiente, y recuerda… no tengas miedo de eso que no puedes ver, pero está ahí… detrás de ti.

Que tengas Aterradoras pesadillas.

Por masterror

Podcast dedicado a las Leyendas Urbanas, Historias Reales de los oyentes, Creepy Pastas y Clásicos del Terror.

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